¡No puede ser!
—¿Tú que te crees que Zeus ya no tiene aventuras amorosas? —me pregunta Artemisa al ver mi cara llena de dudas- y más sabiendo que tu madre era descendiente de Ulises. Tú familia nunca ha dejado de formar parte de esta gran familia mitológica.
El rapto de Zeus, Tiziano
—No es nada descabellado —añade Dionisio— Si no hubiera sido porque Hermes me escondió, ella me hubiera matado. Incluso obligó a mi padre a matar a mi madre cuando se enteró de la infidelidad.
Hermes confirma con un movimiento de cabeza mientras escucha a Dionisio hablar.
—Hoy la borrachera me está dando triste —dice emocionado, con algunas lágrimas asomando por los ojos.
—Yo mismo que fui engendrado por Hera, y sólo por Hera, fui arrojado por ella a la tierra. Y todo, ¿por qué? —se pregunta un melancólico Hefesto—. Pues se lo diré, porque soy feo y deforme.
Dionisio le llena su copa al escuchar el tono triste de su voz.
—Aquí todos hemos sufrido sus iras y sólo por ser hijos de las infidelidades de Zeus —continúa Artemisa—. Ella también intento evitar que mi hermano y yo naciéramos.
Apolo asiente.
—Incluso puede ser ella quien harta, haya decidido derrocar a Zeus y reinar en el Olimpo —continúa—.
—¿Una mujer reinando sobre el mundo? No creo que esto sea posible por mucho que hayan cambiado los tiempos. Hera tiene perfectamente asumido su papel —afirma Hermes—. Yo creo que como tesis detectivesca está bien, pero es poco serio.
—Yo si fuera tú, iría a preguntarle. Puedes presentarte ante ella como hijo de Zeus. Eso la pondría furiosa y quizá adelantaría sus planes —apunta Artemisa.
—Y también podría matarle. Ya has escuchado como se las gasta con los hijos ilegítimos —te recomienda Hermes—. Es mejor que esperes. El que vaya a hacerlo esperará a que haya un momento de confusión, a que comience el baile.
Después de decirte esto, se levanta y se aleja junto a Dioniso.
Después de decirte esto, se levanta y se aleja junto a Dioniso.
Dudas. Tienes algo de lo que tirar, que ya es más de lo que tenías hace un momento pero podrías enfadar a Hera y sufrir su ira. Por otro lado, puedes esperar; pero quizá, después, sea demasiado tarde.
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