—Tienes que ayudarme a asesinar a Hades —te suelta desafiante—. Es muy fácil no te verás involucrado. Deberás darle una copa de vino sobre la que esparcirás unos polvos venenosos, extraídos del cuerno de un unicornio. Después, sólo deberás decirle a Zeus que, seguramente el traidor quería librarse de ti con esa copa. Hades parecerá una víctima fortuita.
—¿Y cuando Zeus me pregunte quién me dio la copa?
Deméter se queda pensativa tras tu pregunta. Enseguida reacciona.
—Dices que te la dio Dionisio. Está siempre tan borracho que Zeus pensará que cualquiera pudo engañarle para que te diera la copa con veneno —concluye—. Es un plan perfecto: yo podré recuperar a mi hija y tu darás a tus iguales un mundo lleno de bienes que será infinito pues ya no existirá un señor de los infiernos.
La tentación es grande: el paraíso terrenal, la inmortalidad. Ser, en definitiva, como los dioses. Aunque para ello debes matar a un dios. Zeus no te culpará de ello, pero tu conciencia estará ahí para recordártelo.
—¿Y cuando Zeus me pregunte quién me dio la copa?
Deméter se queda pensativa tras tu pregunta. Enseguida reacciona.
—Dices que te la dio Dionisio. Está siempre tan borracho que Zeus pensará que cualquiera pudo engañarle para que te diera la copa con veneno —concluye—. Es un plan perfecto: yo podré recuperar a mi hija y tu darás a tus iguales un mundo lleno de bienes que será infinito pues ya no existirá un señor de los infiernos.
La tentación es grande: el paraíso terrenal, la inmortalidad. Ser, en definitiva, como los dioses. Aunque para ello debes matar a un dios. Zeus no te culpará de ello, pero tu conciencia estará ahí para recordártelo.
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