—Venía a ver si me dispensaría algún viento favorable que me ayude a avanzar en el caso.
—Una vez ayudé a un hombre al que le pedí tan sólo una cosa: que no abriera el odre de los vientos. Podría haberme costado para siempre la enemistad de los dioses.
Le miras. Ves que va a ser imposible conseguir su ayuda. Comienzas a girarte para irte.
—Pero...—comienza.
Tú enseguida te das la vuelta.
—Mi hijo Sísifo —continua— ha conseguido lo único que un hijo puede conseguir de su padre. Me ha convencido para que te ayude. Pero antes tienes que demostrar tu buena fe. Habla con Sísifo y te dirá qué tienes que hacer.