—Yo, que soy diosa de la fecundidad —comienza Deméter— he sufrido la maldición de tener tan sólo una hija, la conocida ahora como Perséfone y que ésta me fuera arrebatada. ¿Me has escuchado antes discutir con mi yerno Hades, no?
Afirmas con un leve y comprensivo movimiento de cabeza.
—Él me la quitó. Se adueño de ella con malas artes y Zeus se lo permitió –le acusa-. No te voy a negar que me gustaría asesinar a Zeus; pero, desgraciadamente, no tengo poder suficiente. Jamás podré perdonarle a él, a mi hermano, que entregara a nuestra hija a Hades. Es un pusilánime que se merece todo lo que le pase.
Te quedas aturdido por las acusaciones de Deméter.
—Imagínate lo que es para una madre esperar durante meses a que tu hija pueda acudir a visitarte. Y despedirte de ella sabiendo que vuelve a un lugar que ella no eligió junto a un marido que la engañó para retenerla. Era una inocente doncella, alegre, risueña y se ha convertido en la terrible reina de los infiernos castigada como su madre a vivir sin descendencia alguna.
—Bueno por lo menos puedes disfrutar de ella durante la primavera —intentas animarla.
—Migajas. ¿Te imaginas un mundo de eterna primavera? Sería el paraíso terrenal. Las cosechas serían abundantes, los animales de las granjas tendrían abundantes camadas. Los ríos bajarían llenos y con agua cristalina. Los hombres no sufriríais penuria alguna.
Afirmas con un leve y comprensivo movimiento de cabeza.
—Él me la quitó. Se adueño de ella con malas artes y Zeus se lo permitió –le acusa-. No te voy a negar que me gustaría asesinar a Zeus; pero, desgraciadamente, no tengo poder suficiente. Jamás podré perdonarle a él, a mi hermano, que entregara a nuestra hija a Hades. Es un pusilánime que se merece todo lo que le pase.
Te quedas aturdido por las acusaciones de Deméter.
—Imagínate lo que es para una madre esperar durante meses a que tu hija pueda acudir a visitarte. Y despedirte de ella sabiendo que vuelve a un lugar que ella no eligió junto a un marido que la engañó para retenerla. Era una inocente doncella, alegre, risueña y se ha convertido en la terrible reina de los infiernos castigada como su madre a vivir sin descendencia alguna.
—Bueno por lo menos puedes disfrutar de ella durante la primavera —intentas animarla.
—Migajas. ¿Te imaginas un mundo de eterna primavera? Sería el paraíso terrenal. Las cosechas serían abundantes, los animales de las granjas tendrían abundantes camadas. Los ríos bajarían llenos y con agua cristalina. Los hombres no sufriríais penuria alguna.