Hera vuelve a la fiesta

Templo de Hera. Selinunte

Te mira con ojos amenazantes
. Mira tu expresión de pavor. Te sonríe.

Sé que algunos están dirigiendo tu mirada hacia mi. Por ello, he preferido esconderme en palacio y salir justo ahora.

Piensas en por qué justo ahora.

Ahora sé todo lo que está pasando aquí. Pero antes quiero hacerte una pregunta: ¿tú crees que hace unos años Zeus te hubiera llamado, asustado, porque alguien planea asesinarle?

—Supongo que no —no te queda otro remedio que responderle.

—No, no lo hubiera hecho —te explica—. Hubiera esperado a saberlo y habría castigado a los culpables después, tras vencerles. No es la primera vez que se enfrenta a una situación así, espero que lo sepas.

Afirmas y le miras con cara de no saber a qué conduce todo ello.

— Te digo todo esto porque las cosas aquí ya no son iguales. Zeus ya no es el que se disfrazaba y perseguía ninfas. Ahora vivimos en la eternidad del olvido. Y en tiempos difíciles sólo queremos un lugar en el que resguardarnos y quién se lo iba a decir a él; pero, finalmente, lo ha encontrado (quizá no le ha quedado otro remedio) junto a mi.

Sientes la necesidad de darle una explicación

—Es que algunos me dijeron…y yo pues estoy aquí entre todos vosotros, los dioses…

—No te preocupes, yo sé quién ha sido. Alguna ventaja tiene que tener jugar en casa –te tranquiliza—. ¿Sabes quién es Paris, verdad?


Afirmas.

—Te lo digo porque me recuerdas a él, tentado por las tres diosas (yo entre ellas) para lograr que nos eligiera. No sé quién es el traidor. Soy la esposa legítima de Zeus, sería a la última persona a la que se lo contarían. Pero sé —continúa—, que, de nuevo, esas dos diosas, están intentando dirigirte por ciertos caminos. Tú deberás descubrir sus intenciones finales.

¿A cuál de las dos diosas eliges? Ahora comprendes también a Paris. Las dos te ofrecen caminos que pueden ser ciertos. Pero elegir a una de ellas, puede traerte la enemistad de la otra. Debes elegir.






ATENEA
AFRODITA