Atenea te aconseja

¡Decides pedir consejo a Atenea!

Te diriges con Atenea hacia la pista de baile.
Avanza armada con su lanza, su casco (sobre el que fijó la cabeza de Medusa que le ofreció Perseo, que tiene el poder de petrificar a cualquiera que ose mirarla) y la coraza (que Zeus se hizo con la piel de la cabra Amaltea y que decidió compartir con su hija). Te explica todo esto mientras camina a tu lado:

Es sabido que soy la hija predilecta de Zeus como prueba el regalo de esta coraza —te dice mientras te la muestra—. Por ello creo que soy una de las pocas personas, incluso diría que la única, en que puedes confiar.

Te posa la mano sobre el hombro para que te detengas.

—Debes ser inteligente. Mírame —lo haces intentando no parar tu vista sobre la medusa—. Y ahora hazlo alrededor con cuidado. ¿Te fijas? Todos te están mirando, todos cuchichean entre ellos.

Te fijas como Sísifo y Eolo te miran y hablan sigilosamente igual que Apolo y Artemisa o Atlas con Prometeo.

—Yo no sé quien es el traidor —continúa—; pero ten por seguro que cuando mi padre me necesite me tendrá a su lado.

—¿Y tienes algún sospechoso? —te atreves a preguntar.

—Tiene que ser uno de los olímpicos, eso seguro. Nadie más podría enfrentarse al rey de todos ellos. Aunque no sé quién puede ser

Te fijas en algunos de los Olímpicos, ninguno muestra tensión alguna en su cara. Todos disfrutan de la fiesta: algunos bailan, otros sólo beben mientras bromean.

Afrodita te está mirando y con una copa en cada mano comienza a acercarse hacia ti.

Al mensajero de los dioses, debes preguntar al mensajero de los dioses —te dice Atenea antes de que caigas en los encantos de Afrodita.