—Me gusta beber solo.
—No voy a beber, estoy de servicio –le tranquilizas.
—Tampoco me apetece estar perdiendo tragos por tener que responder preguntas.
—No se preocupe seré breve —le dices.
—Sólo le dejaré hacerme tres preguntas.
Intentas pensar bien qué preguntarle.
— ¿Sabe qué hay ciertas personas que le acusan de querer asesinar a Zeus?
—Sí
¡Mierda!, piensas has tirado a la basura tu primera pregunta. Debes evitar que pueda responderte sí o no.
— ¿Podrías decirme el nombre de alguno de ellos?
—Sí, podría.
Nunca te había tocado interrogar a alguien tan inteligente. Querías saber sí conocía a sus enemigos y sí estos tendrían motivo para querer inculparlo; pero sólo te queda un cartucho y quieres preguntarle sobre las armas que te han dicho está forjando para un ejército de gigantes.
—Se dice por ahí que estás forjando unas armas para formar un ejército, ¿qué hay de verdad en ello?
—Tú como sabes eso —ahora parece que sí has logrado sorprenderle—. Es mejor que no digas nada, nadie debe saberlo. Es, digámoslo así, top secret.
—Entonces dime una cosa. ¿Quién quiere acusarte y por qué?
—El motivo no lo sé; pero Artemisa no me ha quitado ojo en toda la noche.
Parece que Hefesto se ha dado cuenta. Decides descubrir qué es lo que le espera.