Sísifo habla con Eolo entre susurros. No los escuchas, aunque parece que el primero esté pidiéndole algo al segundo y éste se niega repetidamente. Piensas que, quizá, tramen algo. Deberás mantenerte con los ojos bien abiertos. Aunque, por otro lado, ellos saben quién eres tú y qué haces allí. Te extraña que puedan estar haciéndolo ante tus narices.
—¡Pareces tan inocente! Igual que lo parecía el caballo de madera que Ulises construyó —comienza Ares—. No me gustan aquellos que usan trucos para ganar.
—No hagas caso a Ares. Ulises demostró con ello que la inteligencia siempre vence a la brutalidad. Yo también lo he hecho alguna vez, ¿verdad Ares?
Ares ríe y mira desafiante a Atenea por sus palabras.
—Debes usar tu inteligencia si quieres ayudar hoy a Zeus –te recomienda la diosa.
—Usa la inteligencia y sólo ganarás un dolor de cabeza. Levántate ahora y grita: quiero saber quién es el que pretende matar a Zeus. Y sí tiene el valor de reconocerlo, te enfrentas a él hasta que uno de los dos muera. Los problemas se afrontan, no se piensan —te dice, por el contrario, Ares—. Si te muestras fuerte, él te temerá.
Dudas. Por un lado, todos saben porque estás allí y si, desde el principio te muestras enérgico, lograrás que te respeten y teman. Los grandes héroes siempre se han mostrado arrogantes ante los dioses. Aunque, podría suceder también que el traidor confesase y entonces tendrías que enfrentarte a él.
Por otro lado, puedes no gritar nada y quedarte donde estás y hacer caso de las palabras de Atenea.
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