¡HACES CASO A LAS PALABRAS DE ARES!
Te levantas de la mesa. Sientes que las piernas te tiemblan. Intentas olvidarte de ello. Carraspeas. El barullo de la sala no cesa. Tienes que mostrarte enérgico. Carraspeas de nuevo, esta vez a un tono más elevado. Siguen sin prestarte atención.
—Por favor… —notas que te tiembla la voz.
Todos en tu mesa observan tus ligeros progresos. Ares te ayuda, golpea con autoridad la mesa. Ahora todo el mundo te mira en silencio.
—Gracias —dices dirigiéndote a Ares.Notas que te sigue temblando la voz.
—Todos sabéis por qué estoy aquí —elevas la voz—. Así que me ayudaría mucho que aquel que vaya hoy a asesinar a Zeus, tenga el valor de reconocerlo ahora.
Te sientes orgulloso de ti mismo. Tu voz no ha temblado y ha sonado autoritaria.
—Eso no te ayudaría en tu trabajo, te lo acabaría —comenta Poseidón levantando la carcajada general.
No eres capaz de contestar nada. Tu orgullo ha desaparecido, ahora te sientes ridículo allí levantado. Ares ríe a tu lado. Miras a Zeus. Ves su enfado en los ojos. Sientes que le has defraudado. Se levanta de su trono y tras dar una palmada para llamar la atención, dice: