Ares entre el amor y la guerra

No lo sabes

Porque ahora se hacen desde la razón. Tiene que haber un motivo para comenzar una guerra, una causa por la que castigar a un determinado país; y, después, una estrategia para causar las menores víctimas posibles. ¡Hipocresía pura! —te dice mientras notas que crece su rabia interior—. Las guerras son cosas de iguales. Debería existir una ley en la que si un pueblo se defiende con piedras tú sólo puedas atacarle de ifual forma. ¿Si no en que se convierten las guerras?

Te pregunta obteniendo un no por respuesta.

Sólo en crueles. En niños y abuelos muertos por una bomba desvíada. La razón, sí, la razón, ha acabado con el honor, con la furia guerrera de enfrentarse unos a otros, dos ejércitos iguales en batalla y morir por salvar a los tuyos. Ahora no puedes evitarlo, ¿cómo desvías una bomba lanzada desde un barco a miles de kilómetros en el que los soldados toman el sol en la cubierta?

Vuelve a preguntarte.

—De ninguna manera —respondes esta vez.

Ares y Afrodita

Ares y Afrodita

Sólo con amor. Es lo que me respondió el otro día Afrodita. ¿Te lo puedes creer? Sólo con amor. ¿Sabes qué es lo peor? Que tiene razón. El amor es lo que ha hecho que hoy esté aquí ayudándola. ¿Tú tampoco has podido resistirte. verdad?

Afirmas.

—Habla con Artemisa. Ella te contaré el plan. Yo voy a prepararme, cuando llegue el momento interceptaré a Hefesto.

Después de decirte esto se aleja. Miras a Hefesto, tan indefenso. Quizá podrías antes hablar con la víctima. Dudas.






ARTEMISA HEFESTO